Te lo he recomendado varias veces, pero no puedo parar.
Y es que cada vez que escucho uno de sus episodios las ideas fluyen, y descubro cosas que me fascinan y ni siquiera me había planteado nunca.
Te cuento qué aprendí el otro día, y después te comparto dónde lo aprendí.
En 2 palabras:
Product Licensing.
No sé si es una buena traducción, pero sería algo como licenciar productos. Royalties.
En resumen:
En el episodio del podcast se entrevista a un inventor que revolucionó mi idea de lo que es ser un inventor.
Yo pensaba que para inventar cosas no solo tenías que tener una idea, sino que tenías que hacer un prototipo, gastar miles de euros en patentes, hacer el marketing, salir a vender y mucho más.
Claro, de esa forma inventar es prácticamente la parte fácil.
Pero no.
El entrevistado cuenta su historia, y cómo empezó con el “product licensing”.
Básicamente, pensó que en las etiquetas de los botes, por ejemplo en los de medicina, cabía muy poca cosa, y decidió proponer una solución nueva, una especie de etiqueta enrollable en la que cabía mucha más información.
¿Y qué hizo después?
Se fue a una compañía que hacia botes y les ofreció su idea a cambio de una comisión, licenció su producto.
Aceptaron, y ellos se encargaron de todo. Él, cada vez que se vendía un bote con esa etiqueta, cobraba una royaltie, una comisión. De por vida. Ganó millones.
Y ha hecho eso muchas veces, con muchos productos diferentes.
En el episodio del podcast, que tienes aquí (lo siento, pero está en inglés), explica todo el proceso y cómo funciona.
Es algo que nunca me había planteado, pero es una auténtica locura. Se ve que muchas empresas están abiertas a este tipo de colaboraciones, y por ejemplo se me ocurre hacerlo en la industria de los juegos.
Inventar un juego de mesa es algo que seguro que interesaría a muchos. Mucha gente juega, y estoy seguro de que varios de los que me leéis lo habéis pensado alguna vez.
Pero claro, ¿qué haces cuando tienes la idea?
Pues con esta forma de ver las cosas, está todo bastante más claro.
Te vas, por ejemplo, a Devir, una de las marcas más conocidas, y les vendes tu idea a cambio de una comisión por cada juego que se venda.
Es una auténtica locura, porque cambia el paradigma al completo cuando se trata de inventar cosas.
No me veo capaz de inventar un juego, hacer un prototipo y conseguir hacerlo crecer y que la gente lo conozca.
Pero sí me podría ver capaz de inventar un juego y enseñárselo a Devir, esperando que ellos se encarguen de todo lo demás.
Y, si lo piensas, probablemente muchas industrias funcionan así.
La industria editorial claramente funciona así, y eso se sabe. Las editoriales no escriben los libros, trabajan con autores. Pues también pasa en otros sectores.
¿Qué te parece? ¿Te lo habías planteado alguna vez?